Fue aquel viaje que preparas como si nada y te trae más de lo que te llevas. Esta ciudad del Marruecos siempre se quedará con nosotros, por lo que vivimos en ella tanto de manera personal como de manera vital y viajera.
Mi primer avance sobre este lugar de África es el choque cultural que te aborda al poner un pie en el aeropuerto de Marrakech – Menara, y como se incrementa al sumergirte en su ciudad y su día a día.
Escribo este post el mismo día que hago 25 años al lado con mi compañero de viaje y aventuras, así que como puedes imaginar es un poco más especial.
Marrakech, primer contacto con África
Nuestro bolsillo nunca está demasiado lleno, como el de cualquier viajero, y Marrakech ofrecía muchas cosas que hacer por poco presupuesto y un oasis de tranquilidad. Así que no lo dudamos compramos un par de vuelos de bajo coste y comenzamos a maquinar un viaje para empezar a soñar.
Marrakech tiene una buena temperatura a lo largo del año, ronda entre los 18º y los 25º, menos en los meses de verano donde se dispara a temperaturas mucho más elevadas. Está situado a los pies del Atlas, y forma parte de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos: Mequinez, Fez y Rabat, por lo que su historia es rica y singular.
Además del devenir histórico de esta ciudad africana, Marrakech cuenta con La Medina declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. Y la plaza Jamaa El-Fna, declarada Bien de carácter inmaterial por la misma organización, por lo que podrás disfrutar de un buen número de atractivos turísticos.
Puntos claves de nuestra visita
El centro neurálgico de Marrakech, la plaza Jamaa El-Fna
Si quieres ver que donde Marrakech está en su máxima ebullición, ve a la histórica plaza Jamaa El- Fna. Puedes acceder a ella desde su zoco entre callejuelas con tiendas de todo tipo de souvenirs, marroquinería, decoración, alfombras y también alimentación. Y cuando se abra la plaza hacia tus ojos, verás más vendedores ambulantes, gentío y alboroto, disfrutando del atardecer marroquí. Charlando, vendiendo, negociando o incluso entreteniendo a turistas y locales.

Es imposible no impregnarte de la diferencia cultural, el polvo que levantan las estelas de las motos en las callejuelas tan estrechas y las «no normas» de tráfico que te obligan a tener más de mil ojos puestos en todos los cruces. No dejes de explorarlo en tu estancia.
¡Cuidado! No aceptes que «niños» y no tan niños, te quieran llevar a explorar tiendas y negocios, o te presten una «ayuda» que en principio es desinteresada. Es el principal timo a turistas y viajeros.
Los jardines Majorelle
¿Un oasis dentro de la ciudad? Sí.
Entrar en estos jardines puede ser realmente una experiencia para todos los sentidos.
En tiempos donde Marruecos, estaba regido por el protectorado francés, el expatriado pintor francés Jacques Majorelle, se instala en la medina de Marrakech, cautivado por sus olores y sabores. Enamorado de la botánica, adquiere un palmeral y manda erigir su chalet de estilo art déco. Crea su propio color azul: El azul Majorelle, de una intensidad increíble.

Este oasis, donde anidan pájaros y el agua fluye a través de sus fuentes, años más tarde lo adquiriría Yves Saint Laurent para crear junto a su pareja el Museo del Arte Islámico de Marrakech, en la zona donde el pintor tenía su taller.
Hoy en día es un jardín cuidado por unos cuantos jardineros, que mantiene vivo ese azul característico creado por Majorelle.
Piérdete en el zoco
A ver con cabeza… perderse en una ciudad es una de las experiencias que con cautela y prudencia aconsejo hacer a muchas viajeras.
De esa experiencia sacamos fotos como estas, que te dejo aquí abajo


Alójate en un Riad y come en la Medina
Vivir lo más próximo a como lo haría si viviese en la ciudad… hay veces que no es posible y otras no es lo que realmente deseamos, por eso elegimos el Riad como alojamiento y comimos en restaurantes de la medina.
Tanto lo uno como lo otro, nos invitó a vivir la cultura de lugar de una manera más cercana.


¿Te animas a vivir tu experiencia marroquí?
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